Nuestra conciencia es la voz interior que nos ayuda a conocer la ley que Dios ha puesto en nuestros corazones. Nuestra conciencia nos ayuda a juzgar las cualidades morales de nuestras propias acciones. Nos guía a hacer el bien y evitar el mal.
El Espíritu Santo puede ayudarnos a formar una buena conciencia. Formamos nuestra conciencia estudiando las enseñanzas de la Iglesia y siguiendo la guía de nuestros padres y líderes pastorales.
Dios ha dado a cada ser humano libertad de elección. Esto no significa que tengamos derecho a hacer lo que nos plazca. Podemos vivir en verdadera libertad si cooperamos con el Espíritu Santo, que nos da la virtud de la prudencia. Esta virtud nos ayuda a reconocer lo que es bueno en cada situación y a tomar decisiones correctas. El Espíritu Santo nos da los dones de sabiduría y entendimiento para ayudarnos a tomar las decisiones correctas en la vida en relación con Dios y los demás. El don del consejo nos ayuda a reflexionar sobre la toma de decisiones correctas en la vida.
Los Diez Mandamientos nos ayudan a tomar decisiones morales que son agradables a Dios. Tenemos la gracia de los sacramentos, las enseñanzas de la Iglesia y el buen ejemplo de santos y hermanos cristianos para ayudarnos a tomar buenas decisiones.
Tomar decisiones morales implica los siguientes pasos:
1. Pídele ayuda al Espíritu Santo.
2. Piense en la ley de Dios y en las enseñanzas de la Iglesia.
3. Piense en lo que sucederá como resultado de su elección. Pregúntate a ti mismo, ¿las consecuencias serán agradables a Dios? ¿Mi elección lastimará a alguien más?
4. Busca consejo de alguien a quien respetes y recuerda que Jesús está contigo.
5. Pregúntate cómo afectará tu elección a tus relaciones con Dios y con los demás.
Hacer elecciones morales toma en consideración el objeto de la elección, nuestra intención de hacer la elección y las circunstancias en las que se hace la elección. Nunca es correcto hacer una mala elección con la esperanza de obtener algo bueno.